Panteón de los piratas invasores
y de cruces de obreros rebelados.
Testigo mudo al sol de los enfados
de ayer esclavos, que hoy son vencedores.
Eres viva corriente que refrescas
calores de pasión. Tu honda brisa
seduce al malecón y tu ola pisa
recuerdos de astilleros y de grescas.
Con Olmedo encendiste el alma brava
que en Guayaquil parió al libre Ecuador
con sangre, independencia y equidad;
y bañas en mansa agua al son que graba,
en grito huancavilca abrasador,
la lucha por la eterna libertad.
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