lunes, 26 de octubre de 2015

Falacias sobre El Niño y el manso Guayas


Dragar el río Guayas es imprescindibleEn especial ante la amenaza del peor fenómeno de El Niño desde 1997. A mis entrevistas, artículos y tuits he recibido algunas respuestas del Gobierno Nacional y la Prefectura del Guayas. Algunas son imprecisiones, verdades a medias. Otras son informaciones ciertas pero que no corresponden a los problemas reales sobre el fenómeno climático que se avecina y el río. En este artículo las resumo, para que ustedes puedan sacar sus propias conclusiones.
Se ha invertido 450 millones de dólares en megaproyectos.
Eso contestó la Secretaría General de Riesgos a Gkillcity por mi artículo “¿Estamos preparados para El Niño?”, cuando critiqué que no se ha dragado el río Guayas, cuya cuenca es el hogar del 40% de la población y representa el 12% del territorio nacional.
El comunicado dice:
El Gobierno de la Revolución Ciudadana ha invertido 450 millones de dólares en mega proyectos de control de inundaciones planificados en las zonas más críticas. Son proyectos que no se realizan de un día para el otro y por lo tanto hablan del principio de planificación y priorización de los proyectos que ejecuta este Gobierno,
Y menciona los proyectos de Cañar, Bulubulu, Naranjal y Chone.
Qué bueno. Pero la respuesta no dice una sola palabra sobre el dragado de los cinco millones de metros cúbicos de sedimento en el Guayas. ¿Qué tanta prevención para El Niño puede haber si no se draga el principal río del país, que está junto a la ciudad más poblada del país, Guayaquil, que es además la cuarta más vulnerable a inundaciones en el mundo según la revista Nature?
El Niño no será tan grave.
Hace semanas entrevisté a Rodney Martínez, director del Centro Internacional de Investigaciones para el Fenómeno del Niño (CIIFEN). Cuando le pregunté qué hacer para mitigar los daños de El Niño, me contestó: “Es urgente que todo el Ecuador sepa que El Niño viene y se tomen las medidas desde las actividades económicas tomando en cuenta su potencial impacto. En este momento la clave para Ecuador es la información a todos sobre la venida de El Niño.”
No parece coherente que, mientras los expertos recomiendan campañas masivas de prevención y educación al ciudadano, el Gobierno pretenda minimizar los posibles efectos de El Niño. Colombia y Perú ya han decretado estados de emergencia. Está bien no ser alarmistas, pero tampoco se puede caer en el otro extremo. En su comunicado a Gkillcity, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos afirmó:
De concretarse las predicciones sobre los efectos de El Niño el país sufrirá las consecuencias del mismo, sin duda, pero estamos mejor preparados. Además si bien las inundaciones y los cambios en las temperaturas pueden perjudicar a diferentes tipos de cultivos otros sectores como el camaronero o el turismo se pueden ver beneficiados.
Datos:
—Con el incremento del volumen de agua se puede potenciar el cultivo de palma, café, cacao, mejorar forestación. Aumenta la captura del camarón silvestre y el dorado. Y beneficia el turismo.
—Se cuenta con 650 millones de dólares para emergencias como las que se puedan suscitar con el Fenómeno El Niño.
—Se cuenta con la disponibilidad de recursos del BID y Banco Mundial por 300 y 150 millones respectivamente.
Fuente: Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca. Enlace Ciudadano 440. 5-sept-2015
Los datos de la Secretaría de Gestión de Riesgos tienen como fuente la sabatina 440 que a su vez tiene como fuente al Ministerio de Agricultura. No se muestra ninguna fuente independiente al Gobierno para sustentarlos, ni la metodología utilizada para concluirlos.
La experiencia, sin embargo, ofrece un contraste preocupante. Por un lado, se afirma que El Niño no afectará al cacao y café, que son los productos de mayor exportación nacional después del petróleo, el banano y el camarón en lo que va del 2015. No obstante, hace un par de meses el café y el cacao sufrieron plagas vinculadas al fenómeno de El Niño según un funcionario del Ministerio de Agricultura, entidad que declaró emergencia en el sector. Por otro lado, según el Vicepresidente de la Asociación de Productores de Cacao, en 1997 El Niño arrasó con el 50% de toda la producción de cacao en el Ecuador. ¿Cómo cambiaron las cosas tan drásticamente?
Por último, la Secretaría afirma, sin ofrecer ninguna fuente o estadística, que El Niño beneficia el turismo. Resulta difícil de suponer: mientras toda la costa ecuatoriana esté anegada y paralizada por las inundaciones, el país esté incomunicado y la gastronomía esté afectada por la migración de peces ante la subida de temperatura del agua, como explica Efrén Avilés, consultor del Ministerio de Turismo. No soy experto en el tema, pero me cuesta creer que a uno le den ganas de pasear cuando el cielo se viene abajo.
Con lo anterior no pretendo negar de antemano la validez de lo que publicita el Gobierno. Lo que cuestiono —ante declaraciones y experiencias contradictorias— es que presente evidencia (sin mayor sustento que sus propias afirmaciones) para justificar su publicidad.
Es mejor dragar cuando pase El Niño.
El pretexto: es inútil dragar un volumen de sedimentación que aumentará con el fenómeno. Eso es como decir que es inútil limpiar la casa porque se va a ensuciar la semana siguiente. Por supuesto, se trata de una falacia: si Jairala hubiera dragado antes de El Niño, habría servido enormemente para evitar amenazas a la vida y la economía de los guayasenses, tal como lo explico acá en EXPRESO. Los cinco millones de metros cúbicos de sedimentación que hoy están en el manso Guayas provocarán que el río se desborde con más intensidad que si no existieran. Es puro sentido común.
¿Qué pasa si El Niño trae más sedimento?
Pues hay que dragar de nuevo. Como debería ocurrir siempre: el dragado no es cosa de un día, sino que debe ser una actividad permanente, junto a medidas de mediano y largo plazo para reducir y manejar la sedimentación, como la reforestación de la cuenca alta y megaproyectos de infraestructura (según expertos, propuestas tan variadas como: escolleras, un bypass o una vía artificial dentro de Guayaquil que canalice inundaciones, lo cual debe determinarse con estudios).
El argumento de Jairala es una simple excusa por no haber dragado hasta hoy. Es obvio que, si a estas alturas ni siquiera comienza el proceso precontractual del proyecto, no quedará más que dragar cuando El Niño haya pasado. Se trata de un discurso para justificarse políticamente frente a hechos consumados que bien se pudieron evitar.
El vil metal.
Dragar el Guayas cuesta sesenta millones de dólares. Desde mayo 2014, por lo menos, el Prefecto Jairala esgrime la falta de recursos como un desafío a resolver para ejecutar el dragado. Ahora se ha resuelto que el Gobierno pondrá 20 millones y la Prefectura 40 millones de dólares.
La gran pregunta  es por qué Jimmy Jairala no reclamó los 60 millones completos de parte del Gobierno cuando le pasaron la competencia el 26 de abril de 2012, mediante resolución CNC-005-2012 del Consejo Nacional de Competencias, cuando el artículo 273 de la Constitución obliga a que toda competencia se transfiera con los recursos suficientes. Los motivos de su silencio deberán ser explicados por el mismo Prefecto, pero lo cierto es que su inacción hoy provoca un perjuicio de 40 millones de dólares para la provincia por una obra que, por mandato constitucional, debió ser financiada en su totalidad por el Gobierno Nacional.
Y no ahora, sino hace, por lo menos, tres años y medio.
- See more at: http://gkillcity.com/articulos/el-mirador-politico/falacias-sobre-el-nino-y-el-manso-guayas#sthash.G305ysiz.dpuf

EXPRESO: "Es muy tarde para el dragado"


Entrevista en diario EXPRESO: http://goo.gl/LyIKYU


Calma y datos. Las reflexiones que comparte con EXPRESO tienen más tono de comentarista que de político, aunque sea ambas cosas.
Luz verde para iniciar el dragado. ¿Qué le parece?
Es positivo que la presión ciudadana haya obligado a las autoridades, tanto al prefecto Jairala como al Gobierno nacional, a hablar del tema. Eso es bastante.
Pero...
Pero Jairala ha dicho que se va a dragar en mayo, cuando haya pasado el fenómeno de El Niño. El dragado del río Guayas, que tiene cinco millones de centímetros cúbicos de sedimentación, debió realizarse antes, justamente para evitar las inundaciones y perjuicios. No solo en Guayaquil, sino en el sector rural, donde el 52 % de los agricultores vive en condición de pobreza.
La Prefectura negó, en su momento, que la afectación de El Niño hubiera sido menor por el dragado.
Todos los expertos dicen lo contrario. Es sentido común: el sedimento va a empeorar las inundaciones. Solo para recordar: este año, en días sin lluvia, se desbordaba el agua de las alcantarillas de Guayaquil porque creció el río.
Jairala alegó que El Niño podría duplicar la sedimentación. ¿Por qué dragar antes?
No se puede esperar por los daños. No se trata de cuánta sedimentación hay, sino de los efectos que genera. Insisto: esto es como decir que no voy a bañarme en la mañana porque voy a sudar más tarde. El Guayas siempre va a tener sedimentos, por eso siempre hay que dragar. No se ha hecho y se va a sentir, sobre todo, en la zona rural.
En todas partes...
Hay gente de la ciudad que piensa que esto no le va a afectar. Y no es verdad. Porque la exportación agrícola, en lo que va del año, es casi igual a lo que hemos vendido en petróleo. Esto podría terminar por agravar la crisis económica.
Hay vidas y dólares en juego. Los riesgos están claros. ¿Y los responsables?
Legalmente la competencia es de la Prefectura, pero socialmente hay dos responsables: uno es Jimmy Jairala, que tiene la competencia desde hace tres años y medio y debió gestionarlo antes. Si no tenía los recursos para asumir la competencia debió reclamar, pues. Se ha quedado callado porque anda haciendo cálculos políticos con el presidente.
¿Y el segundo?
Por otro lado, el Gobierno nacional, por no haber dado la plata, por haberse demorado y porque no solo es un tema provincial; en la cuenca del río Guayas vive el 40 % de la población nacional. Si hubo negligencia de Jairala, el Gobierno debió intervenir.
No se llora sobre el agua derramada. El proyecto empieza a caminar. ¿Es muy tarde?
Muy tarde para el dragado, para prevenir lo que se podía ante El Niño. Pero de todas formas hay que hacerlo.
Andersson Boscán Pico

miércoles, 21 de octubre de 2015

Humanismo: el centro sí existe



Ser de centro es no creer en nada. Es carecer de ideología. El centrista es un solapado de derecha o un socialista camuflado. Todo para acomodarse a las circunstancias del momento. Estas son parte de las acusaciones habituales contra quienes nos identificamos en esta línea. A veces, las críticas son fundadas. En Colombia, Álvaro Uribe lidera la derecha con un partido llamado “Centro Democrático”, nombre idéntico a un movimiento local de Jimmy Jairala en Ecuador, cuyas convicciones en cambio son un absoluto misterio. No obstante, la manipulación de algunos no significa negar la sustancia ideológica del centro como tal.

Quienes afirman que el centro es igual a la nada parten de un maquineísmo que reduce todas las ideas sociales a tan solo dos bandos: la derecha y la izquierda. Como si la sociedad entera fuera una guerra. Como si los complejísimos problemas sociales, económicos, jurídicos y políticos del mundo moderno pudieran resolverse con el “todo o nada”. Como si el universo pudieran explicarse únicamente con las categorías binarias de socialismo o liberalismo. Como si el espíritu progresista (izquierda) o el espíritu conservador (derecha) fueran méritos en sí mismos sin importar los temas a los cuales se apliquen: reformarlo todo es tan absurdo como mantenerlo todo. Con sus honrosas excepciones, la izquierda y la derecha, tal como hoy se venden en nuestros sistemas políticos latinoamericanos, se han convertido más en fórmulas de marketing electoral que en conjuntos coherentes de propuestas ciudadanas.

En pleno siglo 21, propongo al centro como la expresión de un nuevo humanismo que parte de esta convicción fundamental: el ser humano, el de carne y hueso, está por encima de cualquier extremo ideológico. Las personas y la dignidad humana no pueden ser sacrificadas en el altar de las abstracciones políticas: nadie es dueño absoluto de la verdad, ni puede blandirla como arma para arrasar a los demás. Y el diálogo es el valor primordial de una democracia. Por ello, si bien pueden existir dictaduras de derecha (Augusto Pinochet) o de izquierda (Fidel Castro), una dictadura de centro sería un contrasentido. Porque el centro predica, ante todo, el valor de la tolerancia, del respeto mutuo, del consenso por encima de los extremos, lo cual resulta hoy imposible al margen de la democracia.


Ahora bien, si por ideología se entiende un sistema de concepciones bajo las cuales el ser humano se desenvuelve en la sociedad, por supuesto que el humanismo de centro es también una ideología. Pero una que de antemano reconoce sus propios límites y entiende sus propias convicciones como principios de acción, no como revelaciones cuasi divinas. En lo económico, el centro reconoce la importancia del sector privado, donde cada uno se esfuerza por trabajar, emprender y generar empleo, así como la relevancia de un Estado eficaz, donde juntos proveemos servicios y obras públicas, regulamos las relaciones sociales y garantizamos un piso común de oportunidades. El humanismo entiende la libertad y la igualdad como dos caras de la misma moneda, y lucha por una justicia social que no se construye desde el abuso autoritario del poder, sino desde la defensa de los derechos de cada persona. El humanismo propone una visión de centro que supera la dinámica social entendida como infinito combate de intereses y clases, para incluir a la mayor cantidad posible de ciudadanos en amplios acuerdos que nos permitan prosperar y resolver diferencias legítimas, siempre con respeto al núcleo innegociable de los derechos humanos.

Es verdad que el centro ha sufrido una lamentable falta de reflexión y difusión sobre sus ideas, al punto de llegarse a confundir con un pragmatismo sin sustancia o una conveniente excusa para el quiebre de cintura en la danza política. Ante ello, quienes estamos convencidos de la necesidad del equilibrio en la economía, del diálogo como herramienta vital de la sociedad, de la hermandad inseparable entre libertad, igualdad y justicia, tenemos el desafío de abrir el debate sobre un nuevo humanismo que supere la vieja batalla entre extremos ideológicos, que siguen latentes con nuevos ropajes, pero poco responden ya a los problemas latinoamericanos del siglo 21.


Publicado en Brieffy.com


lunes, 12 de octubre de 2015

El Manso podría dejar de serlo (si no lo dragan)






El presidente Correa dice que estamos preparados para el inminente fenómeno de El Niño que, según expertos, será el peor desde 1997. La Secretaría General de Riesgos afirma que se han invertido cuatrocientos cincuenta millones de dólares en megaproyectos de control de inundaciones. Pero nadie en el Gobierno dice una palabra sobre el dragado del río Guayas. Su cuenca —la mayor de toda la costa sur del Pacífico— abarca el doce por ciento del territorio nacional y en ella vive el cuarenta por ciento de la población del Ecuador. Si el Guayas no se draga —si no se extrae los cinco millones de metros cúbicos de sedimentación que acumula— y si no se coordinan acciones ambientales y forestales para evitar la sedimentación a mediano plazo, cuando la marea suba se inundarán Guayaquil y más de veinte cantones. La agricultura de un sector rural —que ya sufre más de 52% de pobreza  y que hoy sostiene las exportaciones de todo el país ante la crisis del petróleo— será arrasada.  


Sobre este tema no solo sorprende el silencio, sino las contradicciones. 


El pasado 10 de septiembre, el Ministro Coordinador de Seguridad, César Navas, afirmó en Ecuavisa que estaban asignando recursos a los gobiernos locales para dragar ríos.


Buena noticia, pensé. Le pregunté en Twitter si eso significaba dar, por, fin los sesenta millones de dólares necesarios para dragar el Guayas. “Nunca se mencionó eso. El gobierno apoyará las acciones de limpieza de canales y dragado. Es competencia de los GAD.”, me respondió.


¿Están dragando ríos pero no el que más importa dragar? ¿Cuál es la lectura que debemos tener respecto de esto? 


El ministro Navas culpa a las Prefecturas. En parte con razón. Desde la resolución del Consejo Nacional de Competencias del 26 de abril de 2012, la responsabilidad de dragar el río recae sobre el prefecto de Guayas, Jimmy Jairala, que prometió hacerlo este año. Pero estamos octubre y ni siquiera ha empezado el proceso de contratación. Más contradicciones: en su enlace del 17 de septiembre (minuto 29), el Prefecto ahora dijo que no tiene sentido dragar los cinco millones de metros cúbicos sedimentados en el manso Guayas, porque El Niño aumentará esa cantidad. Algo similar declaró el 2 de octubre a Ecuavisa. Eso es tan absurdo como afirmar que no hay que limpiar la casa porque se ensuciará la semana siguiente. ¿Por qué esperar que llegue más sedimentación al río —según Jairala podría hasta duplicarse— para recién dragar? ¿Al aumentar el volumen, sube el costo del proyecto? 


Por otro lado, si bien la Prefectura es responsable del dragado, el Gobierno debe darle recursos para que lo haga. El artículo 273 de la Constitución es clarísimo: no se puede transferir una competencia sin dinero a un gobierno local, salvo que el local renuncie a su derecho a recibir los recursos. Ahí surgen más dudas: ¿por qué Jimmy Jairala no se sacó el sombrero para exigir los sesenta millones de dólares cuando le dieron la competencia hace tres años y medio, en abril de 2012, en plena bonanza petrolera? Si en efecto aceptó la competencia, ¿renunció a ese dinero que era de la Provincia? ¿O le dieron los recursos y no se han invertido en el dragado? En Venezuela, el Estado asume el dragado permanente del Orinoco en cooperación con China. ¿Por qué el Gobierno no cobra a los chinos el favor de pagar tasas altísimas de interés en compras anticipadas de petróleo, a cambio de que nos ayuden dragando el Guayas? 


Otra área gris en en todo esto es el costo de no dragar. En 1997 y 1998, El Niño perjudicó a Ecuador por casi tres mil millones de dólares según la CEPAL, sin contar la pérdida de vidas humanas, pero, además, hay que pensar en el uso de la sedimentación dragada que, mezclada con cal, sirve para relleno hidráulico en obras de construcción. En mayo de 2015, Jimmy Jairala prometió un millón y medio de metros cúbicos de sedimentación para relleno del Parque Samanes y el resto para El Recreo en Durán. Sin embargo, la draguita de la Armada que hoy está en el río contratada para extraer 268.000 metros cúbicos —tan solo 5% del total—, coloca la sedimentación en el islote El Palmar. Es correcto confinar el islote con sedimentación, ¿pero qué hay del resto? ¿Cuánto perjudica en costo para el Estado no haber utilizado el relleno hidráulico en obras públicas? ¿Cómo se avalúa el daño de no contar con ese relleno para la sufrida población de El Recreo?  


El Niño se acerca. Las autoridades deben tener cuidado: el río Guayas será manso, pero si se suma la falta de dragada a la llegada de un fenómeno climático que los científicos han bautizado —sin consideraciones infantiles— como Godzilla, podría no solo sacarlo de su calma, sino tener efectos devastadores en la economía y la vida de muchos ecuatorianos.  



Publicado en Gkillcity.com: http://gkillcity.com/articulos/el-mirador-politico/el-manso-podria-dejar-serlo-si-no-lo-dragan#sthash.vqZiGiG8.dpuf

jueves, 8 de octubre de 2015

Al Manso Guayas




Panteón de los piratas invasores

y de cruces de obreros rebelados.

Testigo mudo al sol de los enfados

de ayer esclavos, que hoy son vencedores.



Eres viva corriente que refrescas

calores de pasión. Tu honda brisa

seduce al malecón y tu ola pisa

recuerdos de astilleros y de grescas.



Con Olmedo encendiste el alma brava

que en Guayaquil parió al libre Ecuador

con sangre, independencia y equidad;



y bañas en mansa agua al son que graba,

en grito huancavilca abrasador,

la lucha por la eterna libertad.